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miércoles, 14 de marzo de 2018

El chipirón y el machismo: conversaciones de vestuario.


¡ADVERTENCIA!

El contenido de esta publicación es políticamente incorrecto y puede herir gravemente la sensibilidad de algunas personas y personos. Los hechos hay que entenderlos en su contexto, es decir, vestuario masculino rebosando testosterona y con ganas de risas. A quien le moleste cualquier sesgo machista, que se abstenga de seguir leyendo o de criticar después, que ya he avisado que no es para todos los públicos o públicas.


Y ahora que he puesto la venda antes de la herida, vamos a ello:


Hasta hace un par de años, cuando alguna de mis compañeras entraba al trabajo con su ropa de calle, yo tenía la costumbre de dedicarles lo que yo creía una galantería en forma de comentario del tipo “qué bien te queda ese corte de pelo” o “qué guapa vienes hoy” y que era respondido con una sonrisa y, a veces, un “gracias” que yo interpretaba como de satisfacción. Ahora parece ser, o eso me dicen, que mis comentarios realmente eran grosería de andamio y que la sonrisa de la compañera era de desprecio mientras pensaba algo así como “vaya, el primer machista del día diciendo gilipolleces”. Ahora me he reformado y ya no les digo nada, que prefiero quedar de antipático superlativo a que ellas y quienes me puedan escuchar piensen que soy otras cosas más castigadas por el pensamiento políticamente correcto mayoritario. O sea, un machista.



Y hace unas semanas leí un artículo de Arturo Pérez Reverte titulado “La profesora de Osaka”, del que dejo el enlace correspondiente (https://www.zendalibros.com/la-profesora-osaka/) por si alguno más quiere leerlo y entender bien de lo que hablo antes de seguir leyendo esta publicación. Para los que no quieran leerlo, básicamente dice que, según esa profesora, los cuentos de Blancanieves y otras princesas durmientes son machistas y los besos suponen agresiones sexuales porque se dan sin el consentimiento de la hermosa, que está dormida. Y Don Arturo cuenta las reflexiones de un hombre que no se atreve a besar a su apetitosa mujer (perdón por el machismo, quiero decir a la persona con la que está casado) cuando está dormida porque después de haber leído el estudio de la profesora ya casi empieza a verse como un depravado monstruo sexual. Y así, poco a poco, empezamos a vernos muchos hombres.
  


Bueno, pues tras leer el artículo de marras, y presa de un gran desasosiego, se me ocurrió comentar en el vestuario con mis compañeros de pasillo mis inquietudes sobre la deriva de la sociedad, que en algunos casos parece que más que feminista (que me parece muy bien) es anti-masculina y, para mi sorpresa, me miraron y pusieron cara de resignación y comprensión. Fran, en el otro extremo del pasillo, tras un comentario solidario y un análisis personal de algunas situaciones que no vienen al caso, comentó en tono jocoso que “a este paso, al final nos lo vamos a tener que hacer entre nosotros”. Pepe, horrorizado ante el comentario de Fran, dijo que de eso nada, que a él lo de hacérselo con otro tío no le iba. Fran, para evitar confusiones le dijo que “¡joder, solo como alivio!, como en Torrente, sin mariconadas”. Como en el vestuario se escucha todo, desde el pasillo vecino se oyó vocear a otro compañero: “¡no digas eso de mariconadas, que es homofobia, y si te oye Guzmán te vas a cagar!”. El ambiente se iba animando con el cachondeo y Fran siguió con sus ocurrencias: “pues entonces tendremos que volver a las cabras, como hacía el pastor de mi pueblo”, idea que volvió a ser contestada por la misma voz del otro pasillo: “¡Eso es maltrato animal. Eres un salvaje!”. Fran, queriendo suavizar sus comentarios propuso entonces utilizar un melón, que todavía no está considerado como método de relax políticamente incorrecto.




En ese momento llegó Manolo hasta nuestro pasillo, con su casco bajo el brazo, que había oído parte de la conversación y que siempre tiene soluciones para estos casos. Nos miró seriamente y, sin inmutarse, nos dio el remedio: “Chipirón al microondas. En 1 minuto a 300W coge la temperatura perfecta. No se quitan las patas; se meten pa’ dentro que así da más sensación”. Y se marchó.

Soltamos una carcajada que puso fin a las ocurrencias y, una vez finalizado el rato de humor, seguimos cambiándonos en silencio. Pero, por mucha broma que pueda parecer, creo que todos tomamos nota mental de la receta de Manolo por lo que nos pueda deparar el futuro.







7 comentarios:

  1. Primero fue American Pie con su tarta de manzana, en American Pie II salió lo del melón, pero esto del chipirón ......esto se lo enviáis a Santiago Segura y fijo que lo mete en Torrente 7

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    1. "Ey chipirón" "Bongo Botrako".
      Que nos lo explique... en Cuenca.
      No he dicho ninguna cochinada... ;-)

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    2. comiendo chipirones, quería decir.

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    3. Pues no he visto semejantes películas. Lo del melón es de conocimiento general, no sé si será por la peli. En lo de Torrente 7 creo que tienes razón. No lo había pensado pero le diré a "Manolo" que registre la idea por si acaso.

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    4. No entendía eso de Bongo Botrako. Menos mal que tenemos al Gran Hermano Google y me lo ha aclarado. Por si alguno más de mis millones de lectores llegan hasta aquí, dejo el enlace al vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=2Fy8P1MVfsQ
      Hala, a cantar, aunque creo que lo de "Manolo" no se refería precisamente a cantar.
      Nos vemos en Cuenca.

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  2. Me alegro de que alguien se atreva a hablar de este tema tan políticamente incorrecto en su blog. Aunque lo haces de una forma muy correcta y con todas las prevenciones, esperemos que no te haga retirar el artículo alguna asociación feminista...

    Yo creo que a nadie le amarga un dulce y ninguna mujer (u hombre) se debería ofender por un comentario positivo sobre su aspecto físico, siempre que no se caiga en la grosería. Pero tienes razón, ahora hay que tener mucha-mucha confianza para poder decir algo así. No sé cómo ligarán hoy día los jóvenes...

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    Respuestas
    1. Bueno, si alguna asociación feminista lee el blog tiene que pasar por la advertencia inicial y entonces es problema suyo, que ya sabe a qué se enfrenta.
      La verdad es que hasta ahora no he tenido ningún problema con mis compañeras, que son de lo más agradable, simpático y razonable que te puedas imaginar, además de buenas profesionales. Y, además,guapas. Espero que no piensen de mí lo que pongo al principio.

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