Las situaciones ilógicas, absurdas o surrealistas son
abundantes en nuestro trabajo y estamos tan acostumbrados que generalmente nos
pasan desapercibidas y ni siquiera las comentamos entre nosotros. Hasta que
llega una como la que os cuento hoy, que se comenta y causa sorpresa incluso
entre los más antiguos de la plantilla.
Tan absurda que decidí hacer un pequeño informe esa misma
tarde pensando que el protagonista iba a presentar una queja o iba a ir a la
prensa o algo así. Y aquí os dejo el informe (casi) literal para que juzguéis
vosotros mismos:
El día de la fecha,
mientras se realiza patrullaje a pie, se observa que por el carril de
bicicletas de la C/ de la XXXXX circula un ciclista haciendo uso del teléfono
móvil, por lo que se le da el alto y se le formula la correspondiente denuncia
(boletín 125517). El ciclista manifiesta su voluntad de firmar el boletín de
denuncia siempre que en el apartado de Alegaciones se indique que “escuchaba un
mensaje de voz” y se hace de este modo, firmando a continuación.
Seguidamente, el
ciclista manifiesta que se dirige a la Plaza Mayor (zona peatonal) y pregunta
que si va a ser denunciado por circular en la bicicleta y se le indica que
existe un carril bici en el Paseo XXXXX junto al muro del río por el que puede
circular sin problemas. El ciclista manifiesta que ya sabe que existe el carril
pero que después va a la Plaza Mayor y quiere saber si va a ser denunciado, y
se le responde que en caso de ser visto circulando por la Plaza procedería la
denuncia.
El ciclista manifiesta
su voluntad de circular por la Plaza Mayor y pide ser denunciado por ello, y se
le responde que no se puede formular una denuncia sin observar la infracción.
En ese momento el ciclista comienza a circular en círculos alrededor de los
agentes saliéndose del carril bici y pregunta que si se le va a denunciar por
esa infracción, ya que está circulando por la acera.
Al ver que la
situación comienza a carecer de sentido lógico se le invita a continuar su
camino pero el ciclista persiste en su actitud preguntando que si no se le va a
denunciar, por lo que el Oficial XXXX le pregunta que si realmente quiere que
le denuncie y el ciclista responde que sí.
Se formula la
correspondiente denuncia por “circular por la acera existiendo un carril para
bicicletas” (boletín 125518) y se añade en observaciones que “Se le denuncia a
petición suya” y seguidamente se le ofrece el boletín para su firma, lo que
hace de inmediato.
Cuando se le entrega
la copia del boletín, y tras leer el apartado de observaciones, exige que sea
borrado el texto y niega haber pedido que se le denuncie. Se le recuerda que él
mismo había solicitado ser denunciado y que ha podido leer el boletín antes de
firmarlo, por lo que ya queda cumplimentado y no se van a realizar
alteraciones.
Para finalizar con una
situación tan absurda, se le ordena bajar de la bicicleta y continuar a pie si
va a seguir por el Puente de XXXX, pero opta por montar en la bicicleta y
continuar por el carril bici. Posteriormente se da la vuelta, baja de la
bicicleta y continúa a pie por el puente hasta llegar al carril bici del Paseo XXXX.
EPÍLOGO
Como me gusta contarlo todo, os diré que el informe corrió
como la pólvora entre los compañeros, que no daban crédito a la situación. Uno
de ellos me animó a incluirlo en el blog e incluso me dio el título, que iba a
ser “PEDID Y SE OS DARÁ”.
Pero Siberia, a pesar de su extensión, está poco poblada y
el protagonista de la historia resultó ser buen amigo de un compañero. El día
siguiente al de la denuncia, el compañero me dijo que su amigo estaba hundido y
arrepentido por su comportamiento y que quería hablar con nosotros, no para evitar las denuncias sino para
disculparse y pedir nuestro perdón. Y como lo cortés no quita lo valiente,
accedí a hablar con él.
Resultó ser un tipo normal, respetuoso habitualmente con las
normas (como casi todos) y que debido al estrés de su trabajo y al susto-disgusto de la
primera denuncia se le cruzaron los cables y entró en cortocircuito. Me contó
que dos minutos después, en su trabajo, se le saltaban las lágrimas al darse
cuenta de la tontería que había hecho, que su mujer le había echado una bronca
(no quiero ni imaginármela) y que sentía mucho el espectáculo que había dado.
Acostumbrado a tratar con gente de todo pelaje, y con el conocimiento práctico
de la psicología humana que da la calle, vi que sus palabras eran sinceras,
pero lo único que podía hacer era lo que hice: aceptar sus disculpas y dejar
que fuera en paz.
Y ya que él tuvo su penitencia, y el título original también
tenía su matiz religioso, me vi obligado a cambiar el título por el actual para
mantener el sentido.