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miércoles, 2 de diciembre de 2015

EL ERROR


Hace unos años estuve destinado en la sala de comunicaciones durante una temporada, recibiendo los avisos que el 112 nos pasaba a través de Internet y las llamadas de teléfono que los ciudadanos nos regalaban, gestionando las patrullas y buscando la información que éstas me pedían, bien fuera de antecedentes, padrón de habitantes, censo de vehículos u otras solicitudes necesarias para desarrollar el trabajo en la calle.



Un sábado de madrugada, noche del viernes, entró un aviso a través del 112 sobre gritos en una vivienda, posible consecuencia de un caso de violencia de género según decía la persona que llamaba. Di aviso inmediato a las patrullas y las dos más cercanas se dirigieron al lugar, la calle C***, piso 1º A. Al llegar, se encontraron la puerta del portal abierta, no sé si por casualidad o porque el alertante la dejó abierta, y los compañeros no se lo pensaron dos veces: entraron como venados y subieron por la escalera, que un piso lo sube cualquiera, saltando los escalones de tres en tres hasta el rellano.



Lo primero que dicta el sentido común y la experiencia es escuchar si hay voces, golpes o gritos para saber qué está ocurriendo y por dónde empezar. Silencio absoluto. Entonces hay que llamar al timbre y ver qué pasa. En este caso abrió una joven (me contaron que de muy buen ver) en ropa interior muy sugerente y con una marca de un golpe en la mejilla de la que no quiso dar explicaciones. Dijo que estaba sola en el piso. Lógicamente, los compañeros pensaron que el agresor estaba en el domicilio y a ella, como suele ser habitual, le daba miedo hablar aunque le insistían. Si ella negaba la agresión no había nada que hacer y se tendrían que dar la vuelta. Por desgracia es frecuente este comportamiento en las víctimas de violencia de género. En este tipo de avisos te juegas el pellejo con el coche y arriesgas al resto de conductores y peatones para nada. Frustrante. Y mucho. Pero es lo que hay.

Uno de los compañeros, en un intento desesperado de conseguir un resultado positivo, le preguntó que si podían acceder al domicilio a comprobar que no había nadie. Siempre se niegan, pero por preguntar…. ¡Pues que la moza dijo que sí! Todos adentro a mirar, antes de que la mujer se arrepintiera, detrás de las cortinas, debajo de la mesa, en la terraza, en los baños y en cualquier hueco susceptible de alojar a una persona. Y al mirar debajo de la cama, como si de una escena de “La vida de Brian” se tratara, apareció un fulano escondido que, una vez puesto de pie, era de tamaño XXL y sólo llevaba el calzoncillo, lo que, afortunadamente, le proporcionaba una cierta vulnerabilidad y no se enfrentó a los compañeros.



Luego llegó el momento de las identificaciones y las comprobaciones y para ello me pasaron los datos de sus documentos, Manuel G.G. y Susana H.H., para que los metiera en el ordenador y viera si aparecía algo de interés policial. Pues resultó que el Manolo tenía una orden de alejamiento por violencia de género desde el miércoles anterior y no podía estar a menos de 300 metros de la Susi. Eso explicaba la marca de la cara. El martes la había zurrado, él había acabado detenido y el miércoles el juez dictó una orden de alejamiento. De inmediato di la alerta a los compañeros y procedieron a trincar al Manolo, con la deferencia de dejarle ponerse un pantalón y una camisa antes de adornarlo con nuestro complemento favorito: las pulseras.



Manolo y Susi decían que no había pasado nada y que ella era la que había pedido a Manolo que fuera a darle calorcito, que ya se sabe que el invierno siberiano es muy frío, pero yo tenía la transcripción de la llamada y además había un claro delito por incumplir la orden de alejamiento, aunque a ella le molara más el acercamiento. Así que a dormir gratis en una habitación del Estado. Separados y a más de 300 metros, como manda el juez.

Hasta aquí todo normal pero…..

Cuando los compañeros estaban a punto de introducir en el vehículo patrulla a Manolo para llevarlo detenido a la Comisaría, aparecieron dos vecinas en el portal dando voces: “oigan, oigan, que no es ahí, que es EN LA OTRA ESCALERA”. Al fondo del portal había otra escalera que mis compañeros no habían visto con las prisas, y en el aviso del 112 no se hacía referencia a una escalera concreta. Pues a repetir la historia: una patrulla subiendo los escalones de la otra escalera de tres en tres, mientras la otra acababa de meter al detenido en el coche y pedía más apoyo por si las cosas se complicaban. 


Afortunadamente, en la otra escalera no había violencia de género, sino un caso de ansiedad que fue convenientemente resuelto por el personal de una ambulancia que llamamos para que fuera al piso. Y mientras tanto, Manolo y Susana pidiendo que les dejaran continuar la faena una vez visto que no habían sido ellos los causantes del alboroto. Pero no pudo ser.

De este modo tan absurdo, Manolo pasó su segunda noche en una misma semana en los calabozos, pensando en su mala suerte y en lo que le iba a decir a Su Señoría al día siguiente para justificar que había incumplido la orden de alojamiento.



  

7 comentarios:

  1. Desde luego hay que reconocer que fue un caso de mala suerte, para ellos, claro, y como se decía antes, no se si se sigue utilizando el aforismo, " los caminos del Señor son inescrutables ". En este caso lo fueron las escaleras y ella, que dejó entrar a la patrulla, porque debía de suponer que lo ibais a encontrar.

    En cuanto al estilo y como siempre, ameno y digno de una buena pluma.

    Un abrazo

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    1. La verdad es que nunca hemos llegado a comprender por qué dejo entrar a los compañeros. Lo habríamos entendido si se hubiera reproducido el maltrato, pero estando "bien tratada" resulta incomprensible. El caso es que salió bien, tanto en esa escalera como en la otra.
      Y lo de los caminos del Señor, especialmente a la hora de hacerse justicia, también lo veremos en otra ocasión.
      Gracias por comentar.

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  2. Madre mía, la realidad supera la ficción. De acuerdo con Jesús, muy bien narrado, pero oye, ¿los nombres son verdaderos? q conozco a dos siberianos, Manolo y Susi... je,je

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    1. Pueden estar tranquilos tus amigos. Al menos en esta ocasión, que en la próxima nunca se sabe.....

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  3. por sierto, un poema de Unamuno y algo más:

    http://www.enalbinegro.es/escudo-del-c-d-castellon-picotazos-historicos/

    Regalo para tus seguidores, je,je

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    1. Espero que les guste, que hay algún futbolero más siguiendo el blog.

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