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martes, 26 de mayo de 2015

EL RESCATE DE LOS PATITOS



Un aviso que se repite tres o cuatro veces cada primavera en Siberia, y supongo que en las demás ciudades que tienen el privilegio de tener río, es el del hallazgo de un grupo de patitos junto a mamá pata que, sepa usted cómo, han llegado hasta una rotonda, patio de comunidad de vecinos o atrio de iglesia sin haber sufrido daños, y ya no pueden salir de ahí porque el tráfico o las condiciones del lugar harían a los pobres animales aptos sólo para relleno de almohada o edredón. A veces no es que lleguen, sino que mamá pata ha buscado un lugar seguro para poner sus huevos y que deja de serlo cuando nacen sus polluelos. Y, cómo no, nos toca ir a nosotros a su rescate.
Como yo de esto no tengo ni idea, le he preguntado a los rescatadores por el procedimiento a seguir, y me comentan que, siempre que sea posible, dejan que la naturaleza, que es muy sabia, siga su curso y que mamá pata y sus patitos suelen solucionar el problema del mismo modo que lo han creado. Pero, a veces, hay circunstancias excepcionales que obligan a rescatar.
Si el río queda cerca y las circunstancias lo permiten, lo más fácil es espantar y pastorear a mamá pata y su familia hacia el río, cortando el tráfico para evitar pisotones hasta que llegan a la orilla, formando un cortejo insólito que provoca las sonrisas amables de los viandantes y hasta las de los conductores que son obligados a detenerse por otros compañeros que van regulando el tráfico al paso del peculiar rebaño.




Pero si están lejos o las cosas se complican ya tienen que actuar de un modo más drástico y menos apropiado, pero no queda más remedio, muy a su pesar.
Lo primero que hacen es conseguir una caja en algún establecimiento para meter los patitos, cuestión que, a veces, no es nada fácil si es domingo o festivo. Una vez logrado el primer objetivo hay que esperar a que mamá pata se despiste, porque suele tener malas pulgas y, como buena mamá, tiende a defender a sus polluelos con fiereza. Entonces aprovechan para coger a los patitos, que generalmente no suelen dejarse de buen grado, y los meten en la caja y pasan de mamá pata que, como se verá, se vale por sí misma, como todas las mamás de este mundo.
Un detalle muy importante: la caja debe permanecer en todo momento abierta por arriba de modo que mamá pata, si se marcha volando, pueda mantener contacto visual y auditivo con sus polluelos. Y, por esto mismo, el traslado hasta el río hay que hacerlo a pie y no en coche. Afortunadamente no suelen estar a más de 700 u 800 metros del río, que llegar más lejos sería una proeza para ellos, y una fatiga para nosotros. Mamá pata puede ir volando controlando la ubicación de los patitos, o como ocurrió hace unos días, puede ir más o menos detrás del compañero que lleva la caja. En este caso también hay que ir cortando el tráfico para que mamá pata pueda seguir sin problemas al transportista del nido.



Una vez llegados al río hay que soltar a los patitos y esperar a que mamá pata se reúna con ellos, que es inmediato cuando va caminando detrás del compañero o puede tardar tres o cuatro minutos si va volando y quiere asegurarse de que no hay peligros.
Pero la odisea no acaba aquí. Como los patitos han llegado o han quedado depositados en el lugar que nos ha parecido más conveniente (o sea, el más cercano), puede darse que estén en el territorio de otros patos, que me cuentan que son muy territoriales, y que éstos se sientan ofendidos por la invasión, lo que va a hacer que ataquen a los recién llegados y estos se tengan que esconder entre la vegetación. Los compañeros, siempre en defensa de la integridad física del débil, se tienen que limitar espantar a los agresores, porque detenerlos no está permitido y, además, no pueden ponerles los grilletes al carecer de muñecas.
Cuando mamá pata ve que el camino está despejado de peligros se echa al río seguida de sus vástagos y, nadando poco a poco, que hay que ver qué bien lo hacen, se alejan con destino a un territorio propio o a buscar un lugar seguro donde poder continuar su vida y dar alegría al río con su presencia.


 Os dejo un par de vídeos cortos con rescates de patitos. No había ninguno de Siberia, así que conformaos con estos americanos, que lo hacen igual de bien que nosotros:

Un rescate de patitos:



Evitando atropellos:


7 comentarios:

  1. CUAC CUAC perdona el retraso, semana ocupada. Desconocía esta faceta del oficio, menos mal que como dices el final es feliz. Muy curioso, ja,ja

    Mañana necesitaremos la ayuda de "los patitos" de Chencho, allá donde estén. El locutor albinegro comenzaba el programa con la sección, una canción especial de patos, estaban contentos o tristes según fuera la actualidad del CDCS. Supongo hoy estarían "acollonidos" y esperemos el lunes eufóricos. PAM PAM ORELLUT desde La PLana !

    Estuve en fira del llibre de Vila-real e hice foto de un libro, "Mediación policial, un oxímoron", cuac, cuac !!

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    1. Pues sí, esa es otra de nuestras facetas desconocidas, que hay muchas. No nos dedicamos sólo a denunciar como algunos piensan, y la mayor parte de nuestro trabajo es ayuda y colaboración, pero eso no vende.
      Y no sé cómo te las arreglas para acabar relacionando las cosas con el fútbol. Vas a tener que ir a un psicoanalista. jeje.
      Lo de la mediación policial no es un oxímoron. Es real y denota tu desconocimiento por nuestra profesión, como le pasa a mucha gente. Si estuvierais una semana con nosotros os sorprenderíais y cambiaríais vuestra idea.
      Suerte al CDCS.

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    2. Eh Jota, es el título de un libro que ví, yo estoy "enfermo" de oximoron y de fútbol (CDCS), como no, de ahí las relaciones asociativas mentales, ja,ja. Tu blog nos ayuda a conocer la realidad.
      Más suerte necesitaremos, perdimos de forma justa contra el Linares. Podrías ir a animar a Haro... domingo a las 6 h.

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  2. Son monismo, los patitos !! Lo que no podía imaginar es que la gente llamara a la poli para un rescate de patitos, con lo divertido y emocionante que debe ser hacerlo uno mismo, sobre todo ahora que ya tenemos todas las indicaciones y sabemos que mamá pata tiene malas pulgas. A lo mejor por eso os llaman...jejeje.

    Un abrazo.
    Ana Alonso

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    1. No te imaginas para las cosas que se nos llama. Al menos esta es de las buenas. Y si en el futuro quieres hacerlo tú no hay problema, pero ten cuidado al cruzar las calles.

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