Lunes, 17 de
octubre de 2016
Día de tranqui.
Visita al Upper East Side, que no es un musical aunque lo
parezca. Es una zona residencial de ricos, o de más ricos, que parece que todos
los que viven aquí lo son por los precios que se ven. Pero que sea de ricos de
Manhattan no quiere decir que sus calles tengan más encanto que La Castellana
de Madrid o la Gran Vía de Salamanca, así que nos hemos ahorrado una
buena caminata usando el autobús en algunos trayectos.
Por cierto, capítulo autobuses. Para entrar hay que subir
varios escalones, que eso hace años que no se ve en España, y nos preguntábamos
qué harían los discapacitados. Pues por la tarde contemplamos cómo una
discapacitada subía con su silla de ruedas al autobús: sale una plataforma
elevadora y la sube; después el conductor la ancla al autobús con unos ganchos.
Seguimos con el día. En vista de que el paseo por el Appariistsaid
no daba para más, lo hemos cambiado por parte del Central Park, diseñado por
algún visionario que vio la que se le venía encima a la isla de Manhattan y
dejó entre una pechá y una jartá de terreno en el centro de la isla para hacer
un parque con un laguito en el que olvidarse del ruido del resto de la urbe. Y
le salió muy bien.
Luego, al museo Guggenheim o como se escriba: pequeño por
fuera y por dentro. Entramos al recibidor y vimos la estructura arquitectónica,
que era lo que nos importaba, y nos dimos la vuelta antes de llegar a la
taquilla, que las obras modernas no se hicieron para unos carcas insensibles
como nosotros y ya tuvimos bastante con el MOMA.
El Guggenheim. Pequeño y más feo que el de Bilbao |
Cúpula y escalera del interior del Guggenheim |
Autobús y teleférico a la isla de Roosevelt, que tiene unas
vistas preciosas de eso que llaman skyline, vuelta al teleférico y al bus para
comer en un restaurante que teníamos ojeado cerca de casa y luego a echar una
siesta reparadora.
Vista de Nueva York desde Roosevelt Island |
Por la tarde, intento de subir a la terraza del Rockefeller
Center, que se queda en eso porque las colas son inmensas. Ya intentaremos otro
día comprando por Internet. Tras quedar con nuestra paciente anfitriona dimos
un improductivo paseo "de tiendas" y algo más productivo en compra de
donuts variados para desayunar (aunque la mitad de los donuts ya no llegaron a
esa hora) y poco a poco a casita a hacer una cena ligera y a dormir y escribir.
Donuts de todo tipo de sabores y colores. Los mejores son los tradicionales. Todavía me sale el azúcar por las orejas. |
Y mañana ya veremos.
Martes, 18 de
octubre de 2016
Esta noche ya no he oído las sirenas. Se ve que me voy
acostumbrando a eso y a los ronquidos.
Hoy ha sido jornada de fotos.
Cogimos el autobús a primera hora, que no todo va a ser
caminar, para ir al distrito financiero, ese barrio en el que hacer un
comentario equívoco en presencia de alguien puede aupar o hundir las bolsas
mundiales. O eso dicen.
Allí mismo se encuentra el embarcadero para ir a la Estatua
de la Libertad y a Ellis Island, uno de los puntos de mi interés personal de este
viaje, así que empezamos por aquí. La subida al barco llevaba añadida la
emoción de tener que saltar a una rampa en el momento adecuado para no meterse
en el agua hasta los tobillos con el ir y venir de las olas, que no sé cómo se
las arreglará un discapacitado.
Yo pensaba que estos americanos estaban más
espabilados para estas cosas. El barco se movía bastante hasta que comenzó la
navegación.
Vista del distrito financiero desde el barco a la Estatua de la Libertad. |
El viaje empezó pronto a mostrar lo que podía dar de sí para
la fotografía, que las vistas y el día despejado se aliaban para darle al
disparador. Me refiero al de la cámara de fotos, que al barco no podíamos meter
más disparadores que esos porque nos habían hecho pasar un control de seguridad
igualico al del aeropuerto al ser un lugar emblemático de la "cultura"
americana.
La Estatua de la Libertad es muy grande, más que su nombre
en muchos lugares y muy fotogénica pero menos que el "skyline" del
sur de Manhattan, que se llevó el mayor porcentaje de trabajo de nuestro
fotógrafo particular.
Miss Liberty cara al sol con el brazo en alto. |
Nueva Jersey Pepe Nueva York |
Luego a Ellis Island a buscar los registros de mi
antepasado. 7$ para usar media hora el buscador de registros y obtener un
certificado oficial de su visita que me lo enviaba yo mismo a mi e-mail. Pero
con el idioma hubo un malentendido y me dieron el código de uso del ordenador
sin haber pagado. Cuando quisimos aclararlo se liaron más y entonces decidimos
no meneallo aprovechando que no nos
enterábamos (o no nos queríamos enterar) y ahorrar un poco de pasta. Y mejor
así, que el susodicho certificado es un simple papel con unos datos que yo ya
sabía, y ni siquiera lleva membrete de la oficina de inmigración. El museo no
lo vimos, que iba siendo hora de regresar a ver a los brokers de Wall Street
comiendo perritos (de los de salchicha, que no se asusten los animalistas) y
hamburguesas en la calle.
Dimos un paseo por la famosa Wall Street, que es corta y
estrecha y en la que sólo había turistas y un predicador con megafonía
anunciando la llegada de Dios, que como parecía que ya no venía por lo menos
hasta después de comer, no era cosa de quedarse esperando y nos fuimos a comer
también nosotros.
Otra vez comida a la americana, que para eso hemos venido:
unos burritos comprados en una cadena de mejicanos y que nos los llevamos a
comer a un parque como se supone que hacen los de la zona, aunque en el parque
sólo había turistas, palomas y dos fulanos con corbata. Tras la comida fuimos a
tocarle los cojones (literalmente) a un toro enorme porque dicen que da suerte.
Menos mal que el toro es metálico, que si no se los iba a tocar Rita por mucha
suerte que den.
Tocando los cojones, como siempre. Abajo tenéis un vídeo de la "tocada". |
Después subimos al mirador del One World, la torre más alta
de Nueva York y que sustituye a las Torres Gemelas, que estaban allí al ladito
y cuyos lugares han quedado como monumentos para el recuerdo. IMPRESIONANTE la
subida en ascensor y las vistas, que en apariencia son muy buenas para las
fotos pero que el cristal puede dar reflejos y estropearlas. Ya veremos qué
dice el experto cuando las saque al ordenador.
The One World Tower, la torre más alta de occidente, que sustituye a las Torres Gemelas. |
Nueva York de sur a norte desde la One World Tower. Al fondo, en el centro, el Empire State. |
Paseo por Battery Park viendo el atardecer, y autobús al
centro a ver a Sara al salir del trabajo, y que nos llevó a un
"rooftop" (el 230 Fifth Rooftop Bar) que nosotros llamaríamos "bar con terraza en un
ático" en el piso 20 y que tenía unas vistas excepcionales de los
principales rascacielos de la ciudad. Más madera para el fotógrafo, aunque ya
estaba un poco cansado.
Battery Park. Nueva Jersey al otro lado del río Hudson. |
El Empire State desde el "230 Fifth Rooftop Bar". La mejor terraza de Nueva York con buen tiempo. |
Paseo a casa con parada en el parque Madison a cenar unos
perritos calientes y ahora a dormir y a escribir.
Hay uno que ya ronca y no soy yo.
Hasta mañana.
¡Ay Homer! digo Jota... ¡los donuts! un placer comerlos y lo mismo tus crónicas. Leerlas, no comerlas, que también...(perdón, hace tiempo que no escribo y se me va la olla y la palabra)
ResponderEliminarNo sé como te quedaban fuerzas y ánimos para escribirlas después de tanta visita y caminata, pero lo admiro, yo me arrepiento de no haberlo hecho en algún viaje.
Los toros del camí Lledó me han dicho que también leen tus crónicas, les gustan pero la "tocada" està "fora de lloc, és un abús" y quieren denunciarte. Menos mal que no se pueden mover. También están muy tristes por el cruel desenlace del equipo de la ciudad, eliminados en el minuto 95, por desgracia estamos acostumbrados pero de igual modo aseguran que "ningú ens matarà", nadie podrá con nosotros...
Perdón por el "desfogue"... :-(
Saludos desde el camí Lledó !
Es increíble como llevas siempre el comentario al huerto del C.D. Castelló, en este caso además de al huerto del pobre Perot que, si no me equivoco, tiene bueyes y no toros, lo que explicaría un poco la envidia de estos, que no reciben una tocada desde aquella que les cambió su denominación.
EliminarLos donuts estaban buenos aunque tal vez un poco distintos de los nuestros, y los sabores no estaban mal aunque yo me quedo con los nuestros de chocolate.
Las ganas de escribir me venían solas. Lo malo era tener que hacerlo en el teléfono y un en un teclado normal, pero aquí decimos que “sarna con gusto, no pica”.
Esta entrada ha sido más de visita rutinaria. En las próximas hay alguna anécdota un poco más interesante.
Lamento lo del equipo de tu alma. En cambio, nuestro equipo de baloncesto (o basket, como se dice ahora) se ha ganado el ascenso a la ACB, si es que le dejan los cánones mafiosos.
Yo entré al MOMA, preguntamos el precio de la entrada y nos dimos media vuelta dirección a la salida. Eso sí, nos hicimos una fotico en el exterior con las letrazas esas grandes para que se viera lo guays que eran los sitios donde estuvimos.
ResponderEliminarMe alegro que pudieras tocarle las "balls" al toro. Cuando yo pasé por allí había un enorme grupo de gente (turistas, es de suponer) haciéndose fotos y rodeando al toro de tal forma que era impracticable llegar a él, mucho menos tocárselos. Aunque lo de la suerte también nos lo dijeron.
Pues hiciste bien en el MOMA. Si no eres un apasionado del "arte" moderno te ahorraste una pasta y un tiempo precioso para ver cosas más interesantes. Yo entré porque me salió por 5$.
EliminarY lo del toro también tienes razón, pero tuvimos suerte de que no había "demasiadas" personas.