Aprovechando la estancia laboral de Sara, sobrina por vía
conyugal, en los nuevayorkes, Pepe, que es su padre, y yo nos animamos a pasar
unos días en la capital del mundo actual, que la capital del mundo clásico
(Roma) ya nos la conocemos. Pepe se encargó de diseñar el viaje y de organizar
las rutas turísticas y yo iba de ladilla, enganchao
a donde me llevaran y dispuesto a disfrutar de lo que hubiera.
Estas son las crónicas en 6 capítulos (que iré publicando poco a poco) de un viaje desde mi punto de vista, que
no será el mejor pero es el mío, reconstruido a partir de los resúmenes
nocturnos y de algunos comentarios que, vía whatsapp, enviamos a las familias y
que les permitió vivir nuestra experiencia viajera casi en directo gracias a
esto de la tecnología y sus avances. Ya sé que faltan cosas, pero esto no es
una guía turística, que de esas hay muchas.
Vamos a ello.
Viernes, 14 de
octubre de 2016
Después de un viaje rápido y cómodo en autobús, a las 12:15 me
encuentro en el aeropuerto con Pepe, que se ha fugado del curro, y lo primero
que hacemos es facturar para quitarnos de en medio las maletas aprovechando que
no hay cola en el mostrador de Iberia y, ya sin carga, nos tomamos un cafelito en
un bar del aeropuerto con el que a Pepe también le descargan el bolsillo. A
partir de ahora beberemos agua de los servicios o llegaremos a Nueva York sin
dinero.
13:30. Pasamos los controles de seguridad y, como no podía
ser de otro modo, me escogen a mí para hacer el test de explosivos, como si tuviera
pinta de yihadista o algo así. El test resulta negativo, que soy buena persona,
y me dejan pasar con los demás a la zona de embarque, donde se empeñan en que
gastemos a base de tiendas y restaurantes aunque sin conseguirlo, porque
sacamos nuestros bocadillos y emparedados (lo de sándwich lo dejaremos para las
Américas) y nos disponemos a zamparlos.
Nos llaman a embarcar (yo pensaba que era enavionar) a las
15:40 y me llevo la sorpresa de que el avión se llama “Mariano…”, y no se le ve el apellido porque lo tapa el pasillo
largo ese que llaman “finger”. A pesar de mi congoja, al final resultó ser Mariano Benlliure. Ya me parecía que iba
a ser mucho peloteo.
¿¿¿Mariano ..... ??? |
Se supone que el despegue era a las 16:45, pero media hora
después nos dice el piloto que un contenedor en la bodega ha descarrilado y que
hay que colocarlo. Cosa de “10 minutos” que casi se convierte en “semana”
porque tienen que vaciarlo a mano, encarrilarlo, llenarlo y meterlo nuevamente.
En total, hora y media eterna atados al asiento hasta el despegue a las 18:15.
Pensando que íbamos a despegar con puntualidad |
Comida sin sabor |
En un viaje tan largo dan ganas de todo, y esto genera su
capítulo escatológico del que me ahorraré los detalles, que son muchos, mayores
y menores. Sólo contaros que como se mueve menos que el tren (mientras no haya
turbulencias) se atina con más facilidad. Lo del grifo del lavabo tiene su
gracia cuando no sabes. Encontrar el botón para que salga el agua me hizo
llamar por error a la azafata al pulsar el botón que no era. Al menos fue una
llamada breve que no fue atendida. Supongo que estarán acostumbrados a
primerizos.
En la foto también decidí omitir los detalles |
¿Existe el Atlántico? Espero responder a esa pregunta en el
viaje de vuelta porque en la ida no lo hemos visto. Hemos despegado entre
nubes, nos hemos puesto por encima y por encima de ellas hemos estado volando
hasta que se ha hecho de noche. Y luego vienen turbulencias, que supongo que
están programadas por Iberia para impedir el sueño y que adaptemos el horario a
los USA con más facilidad. El comienzo no está siendo todo lo idílico que
esperábamos y ya sólo nos falta que nos paren en la aduana y nos quiten las
sopas que Pepe lleva para Sara, o que en el contenedor que se jo... en la
bodega fuera una de nuestras maletas.
Para entretenernos un poco más, nos dan cena o merienda o lo
que sea, a base de cruasán de jamónqueso, madalena, kitkat y yogur de
arándanos. Nos han vuelto a dar cofi que ni con los polvos de la leche sabía a
algo. ¿Estas chicas se harán el café así en su casa?.Nos hemos dejado para
postre el kitkat, que estaba coj...
El Kit Kat estaba bueno |
Aterrizamos en el “JFK Airport” poco después de las 3:00
hispanas, las 21:00 americanas, que hay que empezar a usar otro horario.
En New York (mola más decir New que Nueva) nos recibe a
porta gayola el de las aduanas, que me intenta tomar las huellas y no hay
manera. Ante el temor a que se complique la cosa le explico que tengo la piel
muy seca y los sensores me dan problemas, y me dice que no es eso: que la
pantalla está sucia y es cosa de limpiarla. Lo hace con gran dedicación pero
con escaso éxito porque mis huellas permanecen en su habitual timidez y no se
dejan ver. Pero como estos americanos tienen solución para todo, el fulano me
saca una crema de manos hidratante que consigue su objetivo y me deja pasar.
Wellcome. Pepe detrás y sin problemas y a buscar la exit del airport.
Pensábamos que el trámite de aduanas nos iba a retrasar, pero en poco más de
media hora estábamos en la calle cogiendo el autobús rumbo a Manhattan al
encuentro con Sarita. Lo perdido en el despegue lo ganamos en el aterrizaje.
Bien.
La primera impresión es que aquello es como estar en una
película. Taxis amarillos, rascacielos y luces, pero también ratas. Sí, de las
de cola larga y tamaño de ración para dos, en grupos de a diez en medio de la
acera cual palomitas europeas y que no se asustan de los humanos. Un contraste
interesante.
Después de la vuelta de toma de contacto nos fuimos al
apartamento a dormir e intentar descansar, aunque ya nos avisó Sara de que
desde el piso 18 se siguen oyendo las sirenas y los ruidos de la calle. Y qué
razón tenía la niña. Nos pasamos toda la noche acompañados por una deliciosa
sinfonía de claxon y sirenas en JO... mayor interpretada por el grupo de
virtuosos de NY, acompañados por los solistas de los grupos de emergencias y
dirigidos por la madre que los parió.
Y ahora, a comenzar la visita.
Esperamos ansiosos el resto de la Odisea, jajaja
ResponderEliminarPoco a poco. Iré alternando con las aventuras profesionales y así seguiré saboreando el viaje algo más de tiempo.
EliminarGracias.
Mi experiencia con las huellas dactilares en Mauritania y Guinea es idéntica, pero allí te hacen frotarte los dedos en la grasilla de la frente, y lo más jodido de todo es que funciona, jajajaja. Digo lo mismo que Nacho, espero ansioso la continuación
ResponderEliminarLa idea es buena y económica. Lo que no quiero saber es si te hacen frotarte los dedos en tu frente o en la del aduanero.
EliminarSoy PePe "el cuñao". Si el escribiente falta a la verdad o exagera os lo chivare. Un abrazo para todos los lectores.
ResponderEliminarMejor que no cuentes todo...
EliminarBien por el Plinio neoyorquino, y bien por garantía de veracidad ofrecida por José Antonio, sobre todo cuando el narrador-escritor tiene tanta imaginación.
ResponderEliminarOtro abrazo
Veraz tengo que ser porque soy un humilde contador de cosas y no tengo imaginación para inventar.
EliminarGracias.
Maravilloso, aventuras formidables, con ganas de los siguientes capítulos....Nos encantan, :-)
ResponderEliminarLo mejor está por llegar, así que un poco de paciencia.
EliminarEsto que es lo que va a ser? Una Odisea? Una Anábasis? Tiene final feliz? Ansío el Episodio II (soy friki de Star Wars, que se le va a hacer)
ResponderEliminarSabes que no soy Homero ni Jenofonte, así que no durará tanto. Pero sí sabes el tiempo que pasa entre los estrenos de los capítulos de Star Wars y te toca esperar. Pues yo soy tipo Darth Vader y vas a sufrir.
Eliminar¡Xa tu, qué viaje! eso no es un viaje a la Alcarria (con respetos) de tu elogiado Camilo José (ya que estais literatos); por sierto qué nivel, yo conocía el ana-morfismo "a diu" que el aná-basis?
ResponderEliminarHasta el momento he creído todas las "aventuras"... lo del grifo puede traer consecuencias, a alguno se le quedó la apostilla...
Pasadlo bien, saludos y tb a Tzaro, experto en anamorfismos y grifos.
Se parece al viaje a la Alcarria: llevábamos mochila y nos hacía falta el bastón, como veréis en el futuro. Y más que una anábasis fue una períbasis, pero no entraremos en profundidades, que mis comentadores se pueden enfadar.
EliminarEché en falta el campo de fútbol, o de soccer, como lo llaman allí. Se ve que no hay sentimiento del color que sea.