Entre los casos curiosos que
se dan en mi trabajo hay algunos de violencia de género. Y digo curiosos porque
calificarlos de divertidos o graciosos no se corresponde con la percepción que
los implicados tienen del episodio. En próximas entradas comentaré algunos de
ellos que, aunque parezcan de fábula, son reales como el texto que estáis
leyendo. Pero hoy no toca aventura, sino que va a ser una entrada didáctica
para que sepáis de qué va la cosa, cómo funcionamos ante un caso de violencia
de género y que podáis entender los matices de los casos que narraré. Y de paso
que alguno se mire al espejo y se pregunte por el trato que le da a su
legítima, o que alguna se mire al espejo y valore el trato que recibe de su
legítimo. Vamos a ello.
Para los no iniciados en las
artes legales hay que explicar que la violencia de género es aquella que ejerce
contra una mujer el gañán que por el hecho de haber mantenido con ella una
relación sentimental (no confundir con semental) se piensa que ella es de su
propiedad y la puede tratar como le parezca, con agresiones físicas o verbales,
amenazas, humillaciones, desprecios, coacciones o control de su vida,
amistades, llamadas de teléfono, formas de vestir, etc. Es un concepto
relativamente amplio que puede incluir hasta el hecho de ventosearse ante la
mujer si ella se siente la destinataria del sonoro acto. En serio, que hay una
sentencia en este sentido:
Cuando hay un aviso de
violencia de género, la consecuencia inmediata para el gañán es que le hacemos
una invitación, que no admite rechazo, a pasar una noche a gastos pagados en una
habitación sin vistas y con la única decoración de un colchón y una manta
convenientemente desinfectados. Por supuesto, con derecho a bocata si llega
antes de que cierren el bar de Paco, que es el que los prepara, y si es
musulmán puede pedir que no sea de jamón. Si no es musulmán no pasa nada porque
el bocata no suele ser de jamón.

Además, con o sin
alejamiento, hay otras consecuencias que ya no conozco tan bien porque no
entran en mi competencia y que suponen, o pueden suponer, divorcio exprés, pérdida
de la patria potestad y/o de la custodia de los hijos, pago de pensiones,
antecedentes……. Vamos, que cuando la mujer se harta y denuncia, a su Manolo le
prepara un agujero fenomenal. Por majo.
Por cierto, un matiz muy
importante: esto sólo funciona así cuando el agresor es varón y la agredida es
mujer. Si no es así ya no es violencia de género y la cosa cambia.
Ya sabéis.
P.S.: Ahí os dejo un tríptico para identificar la violencia de género elaborado por uno de nuestros Reinos de Taifas.